Como ha de ser para Dios el primer pensamiento del día, debe serlo también el último. Hecha devotamente la señal de la cruz, de rodillas y delante de un crucifijo si fuera posible, se rezan las siguientes oraciones.
Os adoro, Dios mío, y os amo con todo mi corazón. Os doy gracias por haberme creado, redimido, hecho cristiano(a) y conservado en este día. Perdonadme todo lo malo que hoy he cometido, y si algo bueno he hecho, dignaos aceptarlo. Guardadme en el descanso de la noche y libradme de todo peligro. Vuestra gracia sea siempre conmigo y con todos los míos. Amén.
De rezar juntos, los esposos pueden empezar con la siguiente oración
Dios nuestro Jesucristo: Os damos gracias por todos los beneficios que nos habéis dispensado en este día. Os ofrecemos nuestro sueño y todos los momentos de esta noche, y os pedimos nos conservéis en ella sin pecado y con total apertura a la vida. Por esto nos ponemos dentro de vuestro santísimo Costado y bajo el manto de nuestra Madre y Señora, María Santísima. Asístannos y guárdennos en paz los santos Ángeles y venga sobre nosotros, y nuestra familia, vuestra bendición. Amén.
EXAMEN DE CONCIENCIA
No tiene por qué durar más de 5 minutos.
1. Pide perdón a Dios por las faltas que te encuentres. Debes examinarte acerca de las cosas que has hecho mal durante el día, pensando, además, que podrías morir esta noche, por ejemplo: dejarte llevar por el mal carácter, responder de mala manera; dejarte llevar por la pereza, sensualidad o soberbia; mentir, callar la verdad, hablar mal de los demás; no haber estudiado o trabajado con intensidad y responsabilidad; envidia; no dirigirte a Dios con frecuencia; no haber dejado en alto a la Santa Iglesia de Cristo por el mal testimonio; no haber cumplido con tu deber para con la restauración de la Civilización Cristiana, etc.
2. Dale gracias a Dios por aquello que has hecho bien, sobre todo en los temas que se han considerado en el punto anterior. Especialmente si has sabido dominarte siendo “Señor de ti mismo”, rechazando lo que mancha tu alma , haciendo lo que agrada a Dios, conquistando almas para Cristo y buscando restaurar la Civilización Cristiana.
3. Haz un propósito concreto para cumplirlo al día siguiente. Este propósito lo tomarás de las cosas malas que has encontrado y puedes corregir o de las buenas que puedes mejorar. Es conveniente que procures recordar este propósito al levantarte al día siguiente y ofrecerle el día a Dios: habrás comenzado el día con un punto de lucha. Por eso es recomendable anotarlo en algún lugar para que no se te olvide.
Pésame, Dios mío, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido. Pésame por el Infierno que merecí y por el Cielo que perdí; pero mucho más me pesa, porque pecando ofendí a un Dios tan bueno y tan grande como Vos. Antes querría haber muerto que haberos ofendido, y propongo firmemente no pecar más, y evitar todas las ocasiones próximas de pecado. Amén.
Rezar una de las antífonas de la Santísima Virgen según el tiempo litúrgico.
Alma Redemptoris Mater. Adviento y Navidad.
I. Adviento y Navidad, hasta la Presentación del Señor. Esta antífona se atribuye al famoso monje de Reichenau, Hernán Contracto.
Alma Redemptóris Mater, quae pérvia caeli porta mánes, et stella maris, sucúrre cadénti, súrgere qui curat, pópulo: tu quae genuísti, natúra miránte, tuum sánctum Genitórem virgo prius ac postérius, Gabriélis ab ore sumens illud Ave, peccatórum miserére.
Adviento
V. Ángelus Dómini nuntiávit Maríae.
R. Et concépit de Spíritu Sancto.
Navidad
V. Post partum, Virgo, inviolata permansisti.
R. Dei Génitrix, intercede pro nobis.
Oremus:
Grátiam tuam quaésumus, Dómine, méntibus nóstris infúnde; ut qui, Ángelo nuntiánte, Christi Fílii tui Incarnatiónem cognóvimus, per passiónem ejus et crucem, ad resurrectiónis glóriam perducámur. Per éumdem Chrístum Dóminum nóstrum.
R. Amen.
Madre del Redentor, virgen fecunda, puerta del cielo siempre abierta, estrella del mar, ven a librar al pueblo que tropieza y se quiere levantar. Ante la admiración de cielo y tierra, engendraste a tu santo Creador, y permaneces siempre virgen. Recibe el saludo del ángel Gabriel, y ten piedad de nosotros pecadores.
Adviento
V. El Ángel del Señor anunció a María
R. Y concibió por obra del Espíritu Santo.
Navidad
V. Aun después del parto, Virgen, permaneciste inmaculada.
R. Madre de Dios, intercede por nosotros.
Oremos:
Te suplicamos, Señor, que derrames tu gracia en nuestras almas, para que habiendo conocido por el anuncio del ángel la encarnación de tu Hijo Jesucristo, por su pasión y su cruz, alcancemos la gloria de su resurrección. Por el mismo Cristo nuestro Señor.
R. Amén.
Ave Regina Caelorum. Tiempo de Cuaresma.
II. Desde la Purificación hasta el Jueves Santo. Compuesta en el siglo XII, de autor desconocido, algunos se lo atribuyen a San Bernardo.
Ave, Regína Caelórum, Ave, Dómina Angelórum: Salve, radix, salve, porta
Ex qua mundo lux est orta: Gáude, Virgo gloriósa, Super omnes speciósa, Vale, o valde decóra, Et pro nobis Christum exóra.
V. Dignáre me laudáre te, Virgo sacráta.
R. Da míhi virtútem contra hostes tuos.
Orémus:
Concéde, misericors Deus, fragilitáti nóstrae praesídium: ut, qui sánctae Dei Genitrícis memóriam ágimus; intercessiónis eius auxílio, a nostris iniquitátibus resurgámus. Per éundem Chrístum Dóminum nóstrum.
R. Amen.
Salve, Reina de los cielos y Señora de los Ángeles; salve raíz, salve puerta, que dio paso a nuestra luz. Alégrate, virgen gloriosa, entre todas, la más bella; salve, agraciada doncella, ruega a Cristo por nosotros.
V. Concédeme alabarte, Virgen Santa.
R. Dame fuerza contra tus enemigos.
Oremos:
Te rogamos, Señor misericordioso, que nos asistas en nuestra debilidad: que como nosotros conmemoramos ahora a Santa María siempre virgen, madre de Dios, también nosotros con la ayuda de su intercesión renazcamos a una vida nueva. Por Jesucristo nuestro señor.
R. Amén.
Regina Coeli. Tiempo pascual.
III. Durante el Tiempo Pascual. Antífona atribuida al Papa Gregorio V.
Regína coeli, laetáre. Allelúja.
Quia quem meruísti portáre. Allelúja.
Resurréxit, sicut dixit. Allelúja.
Ora pro nobis Deum. Allelúja.
V. Gaude et laetáre, Virgo María. Allelúja.
R. Quia surréxit Dóminus vere. Allelúja.
Orémus:
Deus, qui per resurrectiónem Fílii tui Dómini nostri Jesu Christi mundum laetificáre dignátus es: praesta quaésumus ut per ejus Genitrícem Vírginem Maríam perpétuae capiámus gáudia vitae. Per eúmdem Christum Dóminum nostrum.
R. Amen.
Reina del cielo, alégrate. Aleluya.
Porque Cristo a quien llevaste en tu seno. Aleluya.
Ha resucitado, según su palabra. Aleluya.
Ruega al Señor por nosotros. Aleluya.
V. Goza y alégrate, Virgen María. Aleluya.
R. Porque verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
Oremos:
Oh Dios, que por la resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, has llenado el mundo de alegría, concédenos, por intercesión de su Madre, la Virgen María, llegar a alcanzar los gozos eternos. Por el mismo Cristo, nuestro Señor.
R. Amén.
Salve Regina. Tiempo Ordinario.
IV. Durante Tiempo Ordinario. Se le atribuye esta antífona a Ademaro de Monteuil (1098), Pedro de Mezonzo, obispo de Compostela (s. XI) y finalmente, a San Bernardo. Todos los estudiosos están completamente de acuerdo en que San Bernardo es el autor de la última frase.
Salve, Regina, Mater misericórdiae, vita dulcédo, et spes nostra, salve. Ad te clamámus, exsúles filii Hevae, ad te suspirámus, gementes et flentes, in hac lacrimárum valle. Eia, ergo, advocáta nostra, illos tuos misericórdes óculos ad nos converte; et Iesum, benedíctum frúctum ventris tui, nobis post hoc exílium osténde. O clémens, O pia, O dulcis Virgo María.
V. Ora pro nobis, sancta Dei Génitrix.
R. Ut digni efficiámur promissiónibus Christi.
Oremus:
Omnípotens sempitérne Deus, qui gloriósae Vírginis Maríae Matris corpus et ánimam, ut Dignum Fílii tui Habitáculum effíci mererétur, Spíritu Sancto cooperánte praeparásti: da, ut Cuius commemoratióne laetámur; eius pia intercessióne, ab instántibus Malis, et un morte perpétua liberémur. Per eumdem Christum Dóminum nóstrum.
R. Amen.
Dios te salve, Reina y Madre de Misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve. A ti llamamos, los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
V. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios:
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Cristo.
Oremos:
Dios todopoderoso y eterno, por la cooperación del Espíritu Santo has preparado el cuerpo y el alma de María, Virgen y Madre gloriosa, para convertirse en la digna morada de tu Hijo; haz que por su intercesión llena de gracia, en cuya conmemoración nos regocijamos, podemos ser liberados de los males presentes y de la muerte eterna. Por el mismo Cristo nuestro Señor.
R. Amén
Santiguarse.