«Dadme un ejército que rece el Rosario y lograré con él conquistar el mundo» Papa San Pio X
SOBRE SU ORIGEN
De todas las devociones a la Santísima Virgen María, el Santo Rosario es la más extensamente difundida entre los fieles. En su forma actual, de acuerdo a la tradición, fue popularizado por Santo Domingo, el fundador de la Orden de los Padres Predicadores, para contener la herejía albigense, que por entonces se estaba extendiendo por todas partes del continente europeo. Este santo divulgó esta devoción para obedecer a una revelación recibida de parte de la Santísima Virgen, a quien había acudido con el mencionado propósito en el año 1206, ya que él habría de encargarse de la propagación de esta devoción, que durante muchos siglos ha producido los resultados más maravillosos en el mundo cristiano.
SOBRE LAS INDULGENCIAS
Hay 2 tipos de indulgencia que se detallan a continuación.
a) Indulgencia Plenaria. Borra todo resto de pecado dejando el alma dispuesta para entrar inmediatamente en el cielo. La Iglesia concede indulgencia plenaria, una vez al día, al que rece una tercera parte del Rosario (de allí que se le conozca también como “Tercio”) en una Iglesia, en un oratorio público, en familia o en una comunidad religiosa o asociación piadosa. La indulgencia puede ser aplicada a los difuntos. La indulgencia plenaria solo puede ganarse una vez al día (excepto en peligro de muerte).
Si no se cumplen las condiciones, puede aún ganarse indulgencia parcial.
b) Indulgencia Parcial. Borra parte de la pena que los pecados cometidos reclaman. La Iglesia también concede una indulgencia parcial por cada una de las Avemarías que se rezan durante el Rosario. El fiel cristiano que usa con devoción algún objeto de piedad (crucifijo o cruz, rosario, escapulario, medalla) debidamente bendecido por cualquier sacerdote o diácono, gana indulgencia parcial. Si el objeto de piedad ha sido bendecido por el Sumo Pontífice o por cualquier obispo, el fiel cristiano que lo usa con sentimiento de piedad puede ganar indulgencia plenaria en la solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo, pero añadiendo la profesión de fe, con cualquier fórmula legítima.
Nota: Para obtener las indulgencias hay que estar en gracia de Dios, y tener intención de ganarlas. No es necesario repetir esta intención cada vez; basta haberlo hecho una vez, aunque es aconsejable reiterarla de tanto en tanto. No se puede ganar una indulgencia por una acción a la que se está obligado a cumplir por ley o precepto, a no ser que en la concesión de la misma no se explicite lo contrario. Sin embargo, quien obra, cumpliendo una penitencia sacramental, puede, al mismo tiempo, satisfacer la penitencia y ganar las indulgencias.
SOBRE EL CÓMO REZARLO
Para rezar el Santo Rosario se recomienda evitar todo tipo de entretenimiento ajeno a este, sin embargo, si la necesidad o la conveniencia obligan, puede hacerse en medio de las labores cotidianas; incluso no teniendo el Rosario en la mano se pueden ganar las indulgencias concedidas. Para más comodidad, pueden separarse las decenas del Rosario, interrumpiéndose durante largo tiempo, con tal de que se recen en el día los cinco misterios correspondientes.
No es necesario para ganar las indulgencias del Rosario el decir la parte introductoria, ni el ofrecimiento, ni el Salve, ni las Letanías, ni las meditaciones puestas por escrito. Basta el rezo de los cinco misterios correspondientes. El Rosario consta de quince decenas; cada decena se compone de un Pater Noster, diez Avemaría y un Gloria Patri. Ninguna otra oración forma parte esencial del Rosario; todo lo demás que se ha ido añadiendo antes o después de cada decena, proviene de piadosas adiciones. Destaca en este sentido la jaculatoria que nuestra Señora en Fátima – Portugal pidió rezar a los pastorcitos después de cada decena.
SOBRE LOS MISTERIOS
Por "misterio" se entiende un suceso de la vida de Nuestro Señor Jesucristo o de su Santísima Madre. Estos Misterios se dividen tradicionalmente en tres series de cinco, llamados Gozosos, Dolorosos y Gloriosos. En distintas partes del mundo al Santísimo Rosario se le conoce como Tercio ya que es una antigua tradición el rezar sólo la tercera parte del Rosario, esto es, cinco decenas cada día. En este caso, aun cuando cada uno pueda rezar los Misterios Gozosos, Dolorosos y Gloriosos a su elección, lo habitual es decir los Misterios de Gozo los días lunes y jueves, los Misterios Dolorosos los martes y viernes, y los Misterios Gloriosos los miércoles, sábados y domingos. En un afán de vincular el rezo dominical al tiempo litúrgico también podrían rezarse los Misterios de Gozo los domingos de adviento y navidad, los Misterios Dolorosos los domingos de cuaresma y los Misterios Gloriosos los domingos de Pascua y Pentecostés.
SOBRE LOS MISTERIOS LUMINOSOS
Los Misterios de Luz fueron introducidos opcionalmente por San Juan Pablo II el 16 de Octubre de 2002 en la Carta Apostólica “Rosarium Virginis Mariae”.
Esta Carta Apostólica nunca ha pretendido abrogar las formas tradicionales de rezar el Santo Rosario, como la dominica y franciscana, por poner algunos ejemplos, tal como podemos leer a continuación:
§28. “…el Rosario …tampoco debe infravalorarse, dado que es fruto de una experiencia secular. La experiencia de innumerables Santos aboga en su favor. Lo cual no impide que pueda ser mejorado…”
§19. “… incorporación que… se deja a la libre consideración de los individuos y de la comunidad…”
§38. “…esta indicación no pretende limitar una conveniente libertad en la meditación personal…”
Queda claro entonces que, como todas las devociones populares, el Santo Rosario es susceptible de incorporar varias oraciones y fórmulas católicas más según el deseo de los fieles. En la Comunidad Seglar de Cristo Rey se ha optado por mantener la forma tradicional del rezo del Tercio con los 150 Avemarías que constituyen el antiguo «Salterio de la Virgen»; aunque, claro está, de forma individual, cada miembro del grupo es libre de agregar los misterios luminosos si así lo viera conveniente.
PROMESAS DEL SANTO ROSARIO
Cuenta la tradición que, en la segunda mitad del s. XV, la Virgen María se le apareció al Beato dominico Alano de la Rupe, quien escribió el famoso libro De Dignitate Psalterii (De la Dignidad del Salterio de María), en el cual relata cómo la Santísima Virgen pide a Santo Domingo de Guzmán que propague el rezo del Santo Rosario.
Según el Beato Alano, estas son las promesas de Nuestra Señora para quienes rezan frecuentemente y con devoción la oración mariana:
1. Quien me sirviere rezando constantemente mi Rosario, recibirá cualquier gracia que me pida.
2. Prometo mi especialísima protección y grandes beneficios a los que devotamente rezaren mi Rosario.
3. Socorreré en todas sus necesidades a los que propagaren mi Rosario.
4. El que con devoción rezare mi Rosario, meditando en sus misterios, no se verá oprimido por la desgracia; se convertirá, si es pecador, perseverará en la gracia, si es justo, y en todo caso, será admitido en la vida eterna.
5. Todo cuanto se pidiere por medio del Rosario, se alcanzará prontamente.
6. El Rosario será un escudo fortísimo contra el infierno, destruirá los vicios, librará de pecados y abatirá la herejía.
7. El Rosario hará germinar las virtudes y hará que las almas consigan copiosamente la misericordia divina; sustituirá en el corazón de los hombres el amor de Dios al amor del mundo y lo elevará a desear las cosas celestiales y eternas.
8. El alma que se me encomienda por el Rosario, no perecerá.
9. Los verdaderos devotos de mi Rosario no morirán sin los auxilios de la gracia.
10. Quiero que todos los que rezan mi Rosario tengan en vida y en muerte la luz y la plenitud de la gracia y sean partícipes de los méritos de los bienaventurados.
11. Yo libro muy pronto del purgatorio a las almas devotas de mi Rosario.
12. Los hijos verdaderos de mi Rosario gozarán en el cielo de una gloria singular.
13. He impetrado de mi Hijo que todos los cofrades del Rosario tengan en vida y en muerte, como hermanos, a todos los bienaventurados de la corte celestial.
14. Los que rezan mi Rosario son todos mis hijos muy amados y hermanos de mi unigénito Jesús.
15. La devoción del Santo Rosario es una señal manifiesta de predestinación a la gloria.
V. Per signum sancte crucis, ✠ de inimícis nostris, ✠ líbera nos Deus noster. ✠ In nómine Patris, † et Fílii, et Spíritus Sancti.
R. Amen.
V. Dómine, labia mea aperies.
R. Et os meum annuntiabit laudem tuam.
V. Deus in adiutórium meum inténde.
R. Dómine ad adiuvándum me festína.
V. Glória Patri, et Fílio, et Spirítui Sancto.
R. Sicut erat in princípio et nunc et semper et in saécula saeculórum. Amen.
V. Por la señal de la Santa Cruz, ✠ de nuestros enemigos ✠ líbranos Señor, Dios nuestro. ✠ En el nombre del Padre, † y del Hijo, y del Espíritu Santo.
R. Amén.
V. Señor, abre mis labios:
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos. Amén.
V. Señor Dios nuestro, dirigid y aceptad todos nuestros pensamientos, palabras y obras. Y vos, Virgen Santísima, alcanzadnos de vuestro divino Hijo la gracia para rezar con devoción esta parte del Santísimo Rosario, que os ofrecemos a mayor gloria vuestra, por la exaltación de la fe Católica en todo el mundo y por todas nuestras necesidades espirituales y temporales, con intención de ganar las indulgencias concedidas, que aplicamos por las almas de vivos y difuntos, y en especial, de las que sean de vuestro mayor agrado.
R. Amén.
Te pedimos especialmente por…
MYSTERIA GAUDIOSA
Misterios gozosos
PRIMUM MYSTERIUM GAUDIOSUM: ANNUNTIATIO
Primer Misterio Gozoso: La Anunciación
SECUNDUM MYSTERIUM GAUDIOSUM: VISITATIO
Segundo Misterio Gozoso: La Visitación
TERTIUM MYSTERIUM GAUDIOSUM: NATIVITAS
Tercer Misterio Gozoso: El Nacimiento de Nuestro Señor
QUARTUM MYSTERIUM GAUDIOSUM: PRESENTATIO
Cuarto Misterio Gozoso: La Presentación
QUINTUM MYSTERIUM GAUDIOSUM: INVENTIO IN TEMPLO
Quinto Misterio Gozoso: Jesús perdido y hallado en el templo
«El ángel dijo a María: No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; concebirás en tu seno y darás a luz a un Hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. María dijo: He aquí la esclava del Señor; hágase en mi según tu palabra.» (Lc 1, 30-38)
PATER NOSTER, qui es in caelis, sanctificétur nomen tuum. Advéniat regnum tuum. Fiat volúntas tua, sicut in caelo et in terra.
Panem nostrum quotidiánum da nobis hódie. Et dimítte nobis débita nostra, sicut et nos dimíttimus debitóribus nostris. Et ne nos indúcas in tentatiónem: sed líbera nos a malo. Amen.
AVE MARÍA, grátia plena, Dóminus tecum, benedícta tu in muliéribus et benedíctus fructus ventris tui, Iesus.
Sancta María, Mater Dei, ora pro nobis peccatóribus, nunc et in hora mortis nostræ. Amen.
GLÓRIA PATRI, et Fílio, et Spirítui Sancto.
Sicut erat in princípio et nunc et semper et in saécula saeculórum. Amen.
V: María Mater gratie, Mater misericordiae.
R: Tu nos ab hoste protege et hora mortis suscipe.
O MI IESU, dimitte nobis debita nostra, libera nos ab igne inferni, conduc in caelum omnes animas, praesertim illas quae maxime indigent misericordia tua.
Padre Nuestro, que estas en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio. Ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
V: María Madre de gracia, Madre de misericordia
R: En la vida y en la muerte, amparadnos, oh gran Señora.
Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.
«María se puso en camino, y se fue con presteza a la montaña, a una ciudad de Judá, y entró en casa de Zacarías, y saludó a Isabel.» (Lc 1, 39)
PATER NOSTER, qui es in caelis, sanctificétur nomen tuum. Advéniat regnum tuum. Fiat volúntas tua, sicut in caelo et in terra.
Panem nostrum quotidiánum da nobis hódie. Et dimítte nobis débita nostra, sicut et nos dimíttimus debitóribus nostris. Et ne nos indúcas in tentatiónem: sed líbera nos a malo. Amen.
AVE MARÍA, grátia plena, Dóminus tecum, benedícta tu in muliéribus et benedíctus fructus ventris tui, Iesus.
Sancta María, Mater Dei, ora pro nobis peccatóribus, nunc et in hora mortis nostræ. Amen.
GLÓRIA PATRI, et Fílio, et Spirítui Sancto.
Sicut erat in princípio et nunc et semper et in saécula saeculórum. Amen.
V: María Mater gratie, Mater misericordiae.
R: Tu nos ab hoste protege et hora mortis suscipe.
O MI IESU, dimitte nobis debita nostra, libera nos ab igne inferni, conduc in caelum omnes animas, praesertim illas quae maxime indigent misericordia tua.
Padre Nuestro, que estas en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio. Ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
V: María Madre de gracia, Madre de misericordia
R: En la vida y en la muerte, amparadnos, oh gran Señora.
Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.
«(María) dio a luz a su Hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, por no haber sitio para ellos en el mesón.» (Lc 2, 7)
PATER NOSTER, qui es in caelis, sanctificétur nomen tuum. Advéniat regnum tuum. Fiat volúntas tua, sicut in caelo et in terra.
Panem nostrum quotidiánum da nobis hódie. Et dimítte nobis débita nostra, sicut et nos dimíttimus debitóribus nostris. Et ne nos indúcas in tentatiónem: sed líbera nos a malo. Amen.
AVE MARÍA, grátia plena, Dóminus tecum, benedícta tu in muliéribus et benedíctus fructus ventris tui, Iesus.
Sancta María, Mater Dei, ora pro nobis peccatóribus, nunc et in hora mortis nostræ. Amen.
GLÓRIA PATRI, et Fílio, et Spirítui Sancto.
Sicut erat in princípio et nunc et semper et in saécula saeculórum. Amen.
V: María Mater gratie, Mater misericordiae.
R: Tu nos ab hoste protege et hora mortis suscipe.
O MI IESU, dimitte nobis debita nostra, libera nos ab igne inferni, conduc in caelum omnes animas, praesertim illas quae maxime indigent misericordia tua.
Padre Nuestro, que estas en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio. Ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
V: María Madre de gracia, Madre de misericordia
R: En la vida y en la muerte, amparadnos, oh gran Señora.
Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.
«En cuanto se cumplieron los días de la purificación, según la ley de Moisés, lo llevaron (a Jesús) a Jerusalén, para presentarlo al Señor..., y para ofrecer en sacrificio, según lo prescrito en la Ley del Señor, un par de tórtolas o de pichones.» (Lc 2, 22-24)
PATER NOSTER, qui es in caelis, sanctificétur nomen tuum. Advéniat regnum tuum. Fiat volúntas tua, sicut in caelo et in terra.
Panem nostrum quotidiánum da nobis hódie. Et dimítte nobis débita nostra, sicut et nos dimíttimus debitóribus nostris. Et ne nos indúcas in tentatiónem: sed líbera nos a malo. Amen.
AVE MARÍA, grátia plena, Dóminus tecum, benedícta tu in muliéribus et benedíctus fructus ventris tui, Iesus.
Sancta María, Mater Dei, ora pro nobis peccatóribus, nunc et in hora mortis nostræ. Amen.
GLÓRIA PATRI, et Fílio, et Spirítui Sancto.
Sicut erat in princípio et nunc et semper et in saécula saeculórum. Amen.
V: María Mater gratie, Mater misericordiae.
R: Tu nos ab hoste protege et hora mortis suscipe.
O MI IESU, dimitte nobis debita nostra, libera nos ab igne inferni, conduc in caelum omnes animas, praesertim illas quae maxime indigent misericordia tua.
Padre Nuestro, que estas en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio. Ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
V: María Madre de gracia, Madre de misericordia
R: En la vida y en la muerte, amparadnos, oh gran Señora.
Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.
«Sus padres iban cada año a Jerusalén en la fiesta de Pascua. Cuando (Jesús) era de doce años..., se quedó en Jerusalén, sin que sus padres lo echasen de ver...Buscáronle entre parientes y conocidos, y, al no hallarle, se volvieron a Jerusalén en busca suya. Al cabo de tres días le hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores, oyéndolos y preguntándoles.» (Lc 2, 41-46)
PATER NOSTER, qui es in caelis, sanctificétur nomen tuum. Advéniat regnum tuum. Fiat volúntas tua, sicut in caelo et in terra.
Panem nostrum quotidiánum da nobis hódie. Et dimítte nobis débita nostra, sicut et nos dimíttimus debitóribus nostris. Et ne nos indúcas in tentatiónem: sed líbera nos a malo. Amen.
AVE MARÍA, grátia plena, Dóminus tecum, benedícta tu in muliéribus et benedíctus fructus ventris tui, Iesus.
Sancta María, Mater Dei, ora pro nobis peccatóribus, nunc et in hora mortis nostræ. Amen.
GLÓRIA PATRI, et Fílio, et Spirítui Sancto.
Sicut erat in princípio et nunc et semper et in saécula saeculórum. Amen.
V: María Mater gratie, Mater misericordiae.
R: Tu nos ab hoste protege et hora mortis suscipe.
O MI IESU, dimitte nobis debita nostra, libera nos ab igne inferni, conduc in caelum omnes animas, praesertim illas quae maxime indigent misericordia tua.
Padre Nuestro, que estas en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio. Ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
V: María Madre de gracia, Madre de misericordia
R: En la vida y en la muerte, amparadnos, oh gran Señora.
Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.
MYSTERIA DOLOROSA
Misterios dolorosos
PRIMUM MYSTERIUM DOLOROSUM: AGONIA IN HORTU
Primer Misterio Doloroso: Agonía en el huerto
SECUNDUM MYSTERIUM DOLOROSUM: FLAGELLATIO
Segundo Misterio Doloroso: La Flagelación
TERTIUM MYSTERIUM DOLOROSUM: CORONATIO SPINIS
Tercer Misterio Doloroso: La Coronación de espinas
QUARTUM MYSTERIUM DOLOROSUM: BAJULATIO CRUCIS
Cuarto Misterio Doloroso: Nuestro Señor con la Cruz a cuestas
QUINTUM MYSTERIUM DOLOROSUM: CRUCIFIXIO ET MORS
Quinto Misterio Doloroso: Crucifixión y muerte de nuestro Señor
«Jesús salió, y, según costumbre, se fue al monte de los Olivos, y le siguieron también sus discípulos. Llegado allí, les dijo: Orad, para que no entréis en tentación. Se apartó de ellos como un tiro de piedra, y, puesto de rodillas, oraba diciendo: Padre, si quieres, aparta de mi este caliz: pero no se haga mi voluntad, sino la tuya... Y sudó como gruesas gotas de sangre, que corrían hasta la tierra» (Lc 22, 39-44)
PATER NOSTER, qui es in caelis, sanctificétur nomen tuum. Advéniat regnum tuum. Fiat volúntas tua, sicut in caelo et in terra.
Panem nostrum quotidiánum da nobis hódie. Et dimítte nobis débita nostra, sicut et nos dimíttimus debitóribus nostris. Et ne nos indúcas in tentatiónem: sed líbera nos a malo. Amen.
AVE MARÍA, grátia plena, Dóminus tecum, benedícta tu in muliéribus et benedíctus fructus ventris tui, Iesus.
Sancta María, Mater Dei, ora pro nobis peccatóribus, nunc et in hora mortis nostræ. Amen.
GLÓRIA PATRI, et Fílio, et Spirítui Sancto.
Sicut erat in princípio et nunc et semper et in saécula saeculórum. Amen.
V: María Mater gratie, Mater misericordiae.
R: Tu nos ab hoste protege et hora mortis suscipe.
O MI IESU, dimitte nobis debita nostra, libera nos ab igne inferni, conduc in caelum omnes animas, praesertim illas quae maxime indigent misericordia tua.
Padre Nuestro, que estas en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio. Ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
V: María Madre de gracia, Madre de misericordia
R: En la vida y en la muerte, amparadnos, oh gran Señora.
Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.
«Tomó entonces Pilato a Jesús, y mandó azotarlo.» (Jn 19, 1)
PATER NOSTER, qui es in caelis, sanctificétur nomen tuum. Advéniat regnum tuum. Fiat volúntas tua, sicut in caelo et in terra.
Panem nostrum quotidiánum da nobis hódie. Et dimítte nobis débita nostra, sicut et nos dimíttimus debitóribus nostris. Et ne nos indúcas in tentatiónem: sed líbera nos a malo. Amen.
AVE MARÍA, grátia plena, Dóminus tecum, benedícta tu in muliéribus et benedíctus fructus ventris tui, Iesus.
Sancta María, Mater Dei, ora pro nobis peccatóribus, nunc et in hora mortis nostræ. Amen.
GLÓRIA PATRI, et Fílio, et Spirítui Sancto.
Sicut erat in princípio et nunc et semper et in saécula saeculórum. Amen.
V: María Mater gratie, Mater misericordiae.
R: Tu nos ab hoste protege et hora mortis suscipe.
O MI IESU, dimitte nobis debita nostra, libera nos ab igne inferni, conduc in caelum omnes animas, praesertim illas quae maxime indigent misericordia tua.
Padre Nuestro, que estas en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio. Ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
V: María Madre de gracia, Madre de misericordia
R: En la vida y en la muerte, amparadnos, oh gran Señora.
Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.
«Los soldados, tejiendo una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza; le vistieron un manto de púrpura, y, acercándose a él, le decían: Salve, Rey de los judíos; y le daban de bofetadas.» (Jn 19, 2)
PATER NOSTER, qui es in caelis, sanctificétur nomen tuum. Advéniat regnum tuum. Fiat volúntas tua, sicut in caelo et in terra.
Panem nostrum quotidiánum da nobis hódie. Et dimítte nobis débita nostra, sicut et nos dimíttimus debitóribus nostris. Et ne nos indúcas in tentatiónem: sed líbera nos a malo. Amen.
AVE MARÍA, grátia plena, Dóminus tecum, benedícta tu in muliéribus et benedíctus fructus ventris tui, Iesus.
Sancta María, Mater Dei, ora pro nobis peccatóribus, nunc et in hora mortis nostræ. Amen.
GLÓRIA PATRI, et Fílio, et Spirítui Sancto.
Sicut erat in princípio et nunc et semper et in saécula saeculórum. Amen.
V: María Mater gratie, Mater misericordiae.
R: Tu nos ab hoste protege et hora mortis suscipe.
O MI IESU, dimitte nobis debita nostra, libera nos ab igne inferni, conduc in caelum omnes animas, praesertim illas quae maxime indigent misericordia tua.
Padre Nuestro, que estas en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio. Ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
V: María Madre de gracia, Madre de misericordia
R: En la vida y en la muerte, amparadnos, oh gran Señora.
Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.
«Después de haberse divertido con él (con Jesús), le quitaron el manto, le pusieron sus vestidos y lo llevaron a crucificar. Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, de nombre Simón, al cual requirieron para que llevase la cruz.» (Lc 27, 31)
PATER NOSTER, qui es in caelis, sanctificétur nomen tuum. Advéniat regnum tuum. Fiat volúntas tua, sicut in caelo et in terra.
Panem nostrum quotidiánum da nobis hódie. Et dimítte nobis débita nostra, sicut et nos dimíttimus debitóribus nostris. Et ne nos indúcas in tentatiónem: sed líbera nos a malo. Amen.
AVE MARÍA, grátia plena, Dóminus tecum, benedícta tu in muliéribus et benedíctus fructus ventris tui, Iesus.
Sancta María, Mater Dei, ora pro nobis peccatóribus, nunc et in hora mortis nostræ. Amen.
GLÓRIA PATRI, et Fílio, et Spirítui Sancto.
Sicut erat in princípio et nunc et semper et in saécula saeculórum. Amen.
V: María Mater gratie, Mater misericordiae.
R: Tu nos ab hoste protege et hora mortis suscipe.
O MI IESU, dimitte nobis debita nostra, libera nos ab igne inferni, conduc in caelum omnes animas, praesertim illas quae maxime indigent misericordia tua.
Padre Nuestro, que estas en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio. Ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
V: María Madre de gracia, Madre de misericordia
R: En la vida y en la muerte, amparadnos, oh gran Señora.
Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.
«Le crucificaron, y con él a otros dos: uno a cada lado, y Jesús en medio... Estaban junto a la cruz de Jesús su Madre y la hermana de su Madre, María la de Cleofás y María Magdalena. Jesús viendo a su madre y al discípulo al que amaba, que estaba allí, dijo a la Madre: Mujer, he ahí a tu hijo. Luego dijo al discípulo: He ahí a tu madre... E inclinando la cabeza, entregó el espíritu.» (Jn 19, 18. 25-27.30)
PATER NOSTER, qui es in caelis, sanctificétur nomen tuum. Advéniat regnum tuum. Fiat volúntas tua, sicut in caelo et in terra.
Panem nostrum quotidiánum da nobis hódie. Et dimítte nobis débita nostra, sicut et nos dimíttimus debitóribus nostris. Et ne nos indúcas in tentatiónem: sed líbera nos a malo. Amen.
AVE MARÍA, grátia plena, Dóminus tecum, benedícta tu in muliéribus et benedíctus fructus ventris tui, Iesus.
Sancta María, Mater Dei, ora pro nobis peccatóribus, nunc et in hora mortis nostræ. Amen.
GLÓRIA PATRI, et Fílio, et Spirítui Sancto.
Sicut erat in princípio et nunc et semper et in saécula saeculórum. Amen.
V: María Mater gratie, Mater misericordiae.
R: Tu nos ab hoste protege et hora mortis suscipe.
O MI IESU, dimitte nobis debita nostra, libera nos ab igne inferni, conduc in caelum omnes animas, praesertim illas quae maxime indigent misericordia tua.
Padre Nuestro, que estas en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio. Ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
V: María Madre de gracia, Madre de misericordia
R: En la vida y en la muerte, amparadnos, oh gran Señora.
Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.
MYSTERIA GLORIOSA
Misterios gloriosos
PRIMUM MYSTERIUM GLORIOSUM: RESURRECTIO
Primer Misterio Glorioso: La Resurrección
SECUNDUM MYSTERIUM GLORIOSUM: ASCENSIO
Segundo Misterio Glorioso: La Ascensión
TERTIUM MYSTERIUM GLORIOSUM: DESCENSUS SPIRITUS SANCTI
Tercer Misterio Glorioso: Descenso del Espíritu Santo
QUARTUM MYSTERIUM GLORIOSUM: ASSUMPTIO
Cuarto Misterio Glorioso: La Asunción de nuestra Señora
QUINTUM MYSTERIUM GLORIOSUM: CORONATIO IN COELIS
Quinto Misterio Glorioso: La Coronación de Nuestra Señora
«Sobrevino un gran terremoto, pues un ángel del Señor bajó del cielo, y, acercándose, removió la piedra del sepulcro y se sentó sobre ella... De miedo de él temblaron los guardias, y se quedaron como muertos. El ángel, dirigiéndose a las mujeres, dijo: No temáis, pues sé que buscáis a Jesús el crucificado. No está aquí; ha resucitado.» (Mt 28, 2. 4-6)
PATER NOSTER, qui es in caelis, sanctificétur nomen tuum. Advéniat regnum tuum. Fiat volúntas tua, sicut in caelo et in terra.
Panem nostrum quotidiánum da nobis hódie. Et dimítte nobis débita nostra, sicut et nos dimíttimus debitóribus nostris. Et ne nos indúcas in tentatiónem: sed líbera nos a malo. Amen.
AVE MARÍA, grátia plena, Dóminus tecum, benedícta tu in muliéribus et benedíctus fructus ventris tui, Iesus.
Sancta María, Mater Dei, ora pro nobis peccatóribus, nunc et in hora mortis nostræ. Amen.
GLÓRIA PATRI, et Fílio, et Spirítui Sancto.
Sicut erat in princípio et nunc et semper et in saécula saeculórum. Amen.
V: María Mater gratie, Mater misericordiae.
R: Tu nos ab hoste protege et hora mortis suscipe.
O MI IESU, dimitte nobis debita nostra, libera nos ab igne inferni, conduc in caelum omnes animas, praesertim illas quae maxime indigent misericordia tua.
Padre Nuestro, que estas en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio. Ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
V: María Madre de gracia, Madre de misericordia
R: En la vida y en la muerte, amparadnos, oh gran Señora.
Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.
«Jesús llevó a sus discípulos cerca de Betania, y, levantando sus manos, los bendijo, y, mientras les bendecía, se alejaba de ellos y era llevado al cielo. Ellos se postraron ante él, y se volvieron a Jerusalén con grande gozo.» (Lc 24, 50-52)
PATER NOSTER, qui es in caelis, sanctificétur nomen tuum. Advéniat regnum tuum. Fiat volúntas tua, sicut in caelo et in terra.
Panem nostrum quotidiánum da nobis hódie. Et dimítte nobis débita nostra, sicut et nos dimíttimus debitóribus nostris. Et ne nos indúcas in tentatiónem: sed líbera nos a malo. Amen.
AVE MARÍA, grátia plena, Dóminus tecum, benedícta tu in muliéribus et benedíctus fructus ventris tui, Iesus.
Sancta María, Mater Dei, ora pro nobis peccatóribus, nunc et in hora mortis nostræ. Amen.
GLÓRIA PATRI, et Fílio, et Spirítui Sancto.
Sicut erat in princípio et nunc et semper et in saécula saeculórum. Amen.
V: María Mater gratie, Mater misericordiae.
R: Tu nos ab hoste protege et hora mortis suscipe.
O MI IESU, dimitte nobis debita nostra, libera nos ab igne inferni, conduc in caelum omnes animas, praesertim illas quae maxime indigent misericordia tua.
Padre Nuestro, que estas en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio. Ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
V: María Madre de gracia, Madre de misericordia
R: En la vida y en la muerte, amparadnos, oh gran Señora.
Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.
«Cuando llegó el día de Pentecostés, estando todos juntos en un lugar, se produjo de repente un ruido como el de un viento impetuoso... Aparecieron, como divididas, lenguas de fuego, que se posaron sobre cada uno de ellos, quedando todos llenos del Espíritu Santo.» (Hch 2, 1-4)
PATER NOSTER, qui es in caelis, sanctificétur nomen tuum. Advéniat regnum tuum. Fiat volúntas tua, sicut in caelo et in terra.
Panem nostrum quotidiánum da nobis hódie. Et dimítte nobis débita nostra, sicut et nos dimíttimus debitóribus nostris. Et ne nos indúcas in tentatiónem: sed líbera nos a malo. Amen.
AVE MARÍA, grátia plena, Dóminus tecum, benedícta tu in muliéribus et benedíctus fructus ventris tui, Iesus.
Sancta María, Mater Dei, ora pro nobis peccatóribus, nunc et in hora mortis nostræ. Amen.
GLÓRIA PATRI, et Fílio, et Spirítui Sancto.
Sicut erat in princípio et nunc et semper et in saécula saeculórum. Amen.
V: María Mater gratie, Mater misericordiae.
R: Tu nos ab hoste protege et hora mortis suscipe.
O MI IESU, dimitte nobis debita nostra, libera nos ab igne inferni, conduc in caelum omnes animas, praesertim illas quae maxime indigent misericordia tua.
Padre Nuestro, que estas en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio. Ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
V: María Madre de gracia, Madre de misericordia
R: En la vida y en la muerte, amparadnos, oh gran Señora.
Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.
«Dijo María: Mi alma magnifica al Señor y exulta de júbilo mi espíritu en Dios, mi Salvador, porque ha mirado la humildad de su sierva; por eso todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi maravillas el Poderoso, cuyo nombre es santo.» (Lc 1, 46-49)
PATER NOSTER, qui es in caelis, sanctificétur nomen tuum. Advéniat regnum tuum. Fiat volúntas tua, sicut in caelo et in terra.
Panem nostrum quotidiánum da nobis hódie. Et dimítte nobis débita nostra, sicut et nos dimíttimus debitóribus nostris. Et ne nos indúcas in tentatiónem: sed líbera nos a malo. Amen.
AVE MARÍA, grátia plena, Dóminus tecum, benedícta tu in muliéribus et benedíctus fructus ventris tui, Iesus.
Sancta María, Mater Dei, ora pro nobis peccatóribus, nunc et in hora mortis nostræ. Amen.
GLÓRIA PATRI, et Fílio, et Spirítui Sancto.
Sicut erat in princípio et nunc et semper et in saécula saeculórum. Amen.
V: María Mater gratie, Mater misericordiae.
R: Tu nos ab hoste protege et hora mortis suscipe.
O MI IESU, dimitte nobis debita nostra, libera nos ab igne inferni, conduc in caelum omnes animas, praesertim illas quae maxime indigent misericordia tua.
Padre Nuestro, que estas en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio. Ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
V: María Madre de gracia, Madre de misericordia
R: En la vida y en la muerte, amparadnos, oh gran Señora.
Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.
«Apareció en el cielo una señal grande: una mujer envuelta en el sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre la cabeza una corona de doce estrellas.» (Ap 12, 1)
PATER NOSTER, qui es in caelis, sanctificétur nomen tuum. Advéniat regnum tuum. Fiat volúntas tua, sicut in caelo et in terra.
Panem nostrum quotidiánum da nobis hódie. Et dimítte nobis débita nostra, sicut et nos dimíttimus debitóribus nostris. Et ne nos indúcas in tentatiónem: sed líbera nos a malo. Amen.
AVE MARÍA, grátia plena, Dóminus tecum, benedícta tu in muliéribus et benedíctus fructus ventris tui, Iesus.
Sancta María, Mater Dei, ora pro nobis peccatóribus, nunc et in hora mortis nostræ. Amen.
GLÓRIA PATRI, et Fílio, et Spirítui Sancto.
Sicut erat in princípio et nunc et semper et in saécula saeculórum. Amen.
V: María Mater gratie, Mater misericordiae.
R: Tu nos ab hoste protege et hora mortis suscipe.
O MI IESU, dimitte nobis debita nostra, libera nos ab igne inferni, conduc in caelum omnes animas, praesertim illas quae maxime indigent misericordia tua.
Padre Nuestro, que estas en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio. Ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
V: María Madre de gracia, Madre de misericordia
R: En la vida y en la muerte, amparadnos, oh gran Señora.
Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.
ACCIÓN DE GRACIAS
Gracias os damos Soberana Princesa, por todos los favores recibidos de vuestras benéficas manos; dignaos, Señora, tenernos ahora y siempre bajo vuestra protección y amparo; y para más obligaros, os saludamos con la Salve.
Salve, Regina, Mater misericórdiae, vita dulcédo, et spes nostra, salve. Ad te clamámus, exsúles filii Hevae, ad te suspirámus, gementes et flentes, in hac lacrimárum valle. Eia, ergo, advocáta nostra, illos tuos misericórdes óculos ad nos converte; et Iesum, benedíctum frúctum ventris tui, nobis post hoc exílium osténde. O clémens, O pia, O dulcis Virgo María.
V. Ora pro nobis, sancta Dei Génitrix.
R. Ut digni efficiámur promissiónibus Christi.
Dios te salve, Reina y Madre de Misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve. A ti llamamos, los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
V. Rogad por nosotros, santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
LETANÍAS DE MARÍA SANTÍSIMA
V. Kyrie, eléison
R. Kyrie, eléison
V. Christe, eléison
R. Christe, eléison
V. Kyrie, eléison
R. Kyrie, eléison
V. Christe, áudi nos
R. Christe, áudi nos
V. Christe, exáudi nos
R. Christe, exáudi nos
Responder «Miserere nobis»
Pater de caelis, Deus.
Fili, Redémptor mundi, Deus.
Spíritus Sancte, Deus.
Sancta Trínitas, unus Deus.
Responder «Ora pro nobis»
Sancta María
Sancta Dei Génetrix
Sancta Virgo vírginum
Mater Christi
Mater Ecclésiae
Mater divínae grátiae
Mater puríssima
Mater castíssima
Mater invioláta
Mater intemeráta
Mater immaculáta
Mater amábilis
Mater admirábilis
Mater boni consílii
Mater Creatóris
Mater Salvatóris
Virgo prudentíssima.
Virgo veneranda.
Virgo praedicánda.
Virgo potens.
Virgo clemens.
Virgo fidélis.
Speculum iustitiae.
Sedes sapiéntiae.
Causa nostrae laetítiae.
Vas spirituále.
Vas honorábile.
Vas insígne devotiónis.
Rosa mystica.
Turris davídica.
Turris ebúrnea.
Domus áurea.
Foederis arca.
Iánua caeli.
Stella matutína.
Salus infirmórum.
Refúgium peccatórum.
Consolátrix afflictórum.
Auxílium christianórum.
Regína angelórum.
Regína patriarchárum.
Regína prophetárum
Regína apostolórum.
Regína mártyrum.
Regína confessórum.
Regína vírginum.
Regína sanctórum ómnium.
Regína sine labe originali concépta.
Regína in caelum assúmpta.
Regína sacratíssimi rosárii.
Regína famíliae.
Regína pacis.
V. Agnus Dei, qui tollis peccáta mundi.
R. Parce nobis, Dómine.
V. Agnus Dei, qui tollis peccáta mundi.
R. Exáudi nos, Dómine.
V. Agnus Dei, qui tollis peccáta mundi.
R. Miserére nobis.
V. Orémus. Concéde nos fámulos tuos, quaésumus, Dómine Deus, perpétua mentis et córporis sanitáte gaudére, et gloriósa beátae Maríae semper Vírginis intercessióne, a praesénti liberári tristítia, et aetérna perfrui laetítia. Per Christum Dóminum nostrum.
R. Amen.
V. In nómine Patris, † et Fílii, et Spíritus Sancti.
R. Amen.
V. Señor, ten piedad
R. Señor, ten piedad
V. Cristo, ten piedad
R. Cristo, ten piedad
V. Señor, ten piedad
R. Señor, ten piedad
V. Cristo, óyenos
R. Cristo, óyenos
V. Cristo, escúchanos
R. Cristo, escúchanos
Responder «Ten misericordia de nosotros»
Dios Padre celestial.
Dios Hijo redentor del mundo.
Dios Espíritu Santo.
Trinidad Santa, un solo Dios.
Responder «Ruega por nosotros»
Santa María
Santa Madre de Dios
Santa Virgen de las vírgenes
Madre de Cristo
Madre de la Iglesia
Madre de la divina gracia
Madre purísima
Madre castísima
Madre virginal
Madre incorrupta
Madre Inmaculada
Madre amable
Madre admirable
Madre del buen consejo
Madre del Creador
Madre del Salvador
Virgen prudentísima
Virgen digna de veneración
Virgen digna de alabanza
Virgen poderosa
Virgen clemente
Virgen fiel
Espejo de justicia
Trono de la sabiduría
Causa de nuestra alegría
Vaso espiritual
Vaso digno de honor
Vaso insigne de devoción
Rosa mística
Torre de David
Torre de marfil
Casa de oro
Arca de la alianza
Puerta del cielo
Estrella de la mañana
Salud de los enfermos
Refugio de los pecadores
Consoladora de los afligidos
Auxilio de los cristianos.
Reina de los ángeles
Reina de los patriarcas
Reina de los profetas
Reina de los apóstoles
Reina de los mártires
Reina de los confesores
Reina de las vírgenes
Reina de todos los santos
Reina concebida sin pecado original
Reina elevada al cielo
Reina del santísimo rosario
Reina de las familias
Reina de la paz
V. Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo
R. Perdónanos, Señor.
V. Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo
R. Escúchanos, Señor.
V. Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo
R. Ten misericordia de nosotros.
V. Oremos. Os rogamos Señor Dios, que nos concedáis a vuestros siervos de gozar de continua salud de alma y cuerpo; y que por la intercesión de la siempre Virgen Santa María seamos libres de las tristezas de esta vida, y gocemos de las eternas alegrías del cielo. Por Jesucristo nuestro Señor.
R. Amén
V. En el nombre del Padre, † y del Hijo, y del Espíritu Santo.
R. Amén.