En la Cristiandad el emperador, el rey, el príncipe, el barón, el comendador, incluso el burgués de tantos municipios, todos ellos fueron encarnaciones cristianas de los poderes civiles de entonces. Poderes que nada tienen que ver con aquel “laicado” que ha surgido en las últimas décadas, una suerte de marionetas dirigidas por los hilos de […]